Utiliza el PASADO como COMBUSTIBLE de tu Fuerza de Voluntad

Somos seres sintientes e interpretamos la información que recibimos desde el exterior según nuestras experiencias previas; el pasado próximo y el lejano.

El pasado, el botón de nuestros recuerdos, es aquella palabra que de solo escucharla nos da la posibilidad de llenar nuestra mente de muchas historias y experiencias; más específicamente, esta palabra activa en nuestra mente un sistema que nos permite abstraernos de la rutina y revivir sensaciones, aromas, colores, formas y sonidos en un espacio virtual o muy cercano a la realidad y que supera por mucho, lo que, hasta el día de hoy, el ser humano a podido inventar gracias a la tecnología.

Es así, cómo el pasado hace recordar buenos momentos, dejando fluir emociones y sentimientos que no habías experimentado hace años, como, por ejemplo, felicidad cuando triunfaste en algo, el amor por ver nacer a un hijo, el orgullo por lo que has conseguido a pesar de todo, y muchas otras experiencias sin duda, sin embargo, para otras muchas personas, el pasado puede ser una prisión, donde se tiene la pena máxima. Sienten que este lleva un constante monitoreo de su actuar y, que está cien por cien enfocado en detectar alguna grieta o sensación de inestabilidad interior, para endurecer el castigo como forma de adoctrinamiento, producto de alguna experiencia que vivieron y que no lograron solucionar o que les marcó de por vida, por ejemplo, la frustración por nunca concretar lo que querían y tener una vida sin mayores matices y emoción, el dolor y sufrimiento por la pérdida de un ser amado, el arrepentimiento por las malas y equivocadas decisiones, el maltrato y abuso de uno mismo, entre otras.        

Probablemente y en más de una ocasión, hayas oído decir de parte de otras personas o desde tu interior, palabras como, – No recuerdo el pasado por que no me gusta recordar algunas cosas que viví,  o – Acordarse del pasado no tiene sentido porque lo hecho, hecho está, – Mejor no hablemos de el/ella o aquello porque me desagrada recordarlo, – El pasado no sirve de nada más que para lamentarse y victimizarse, – Por favor, no conversemos de aquello porque para mí es muy doloroso; razones aceptables y que debemos respetar a cabalidad. 

Si nos enfocamos en el “alcanzar lo que deseamos”, podemos ver que, en este escenario, los dueños de dichas palabras están inmersos en una guerra interna de cientos y cientos de días; sufriendo (lamentablemente), sintiéndose la nada y sin ninguna posible solución para aquellos problemas; martirizándose por las acciones que hicieron o decisiones que no tomaron. El arrepentimiento arrasa con ellos, los deja ciegos y sin materializar todo lo que han deseado toda su vida conseguir y concretar, creyendo que ya no tiene caso; haciéndose esclavos de su propia realidad y modelo mental. 

Después de reflexionar sobre esto, surgen en mí algunas preguntas para ti, ¿Qué pasaría si tu pasado no existiera y de un momento a otro no puedas recordar nunca más nada negativo y positivo?, es decir, reiniciar tu mente y tu corazón como probablemente y en más de una ocasión, has hecho con tu teléfono móvil o laptop. ¿Qué crees que pasaría contigo?, mi respuesta inmediata sería, Podría ser una persona nueva y volver a empezar para no cometer los mismos errores, y claro, ¿quién no lo haría?, pero existe algo… Existe algo que no consideramos, ¿Cómo sabremos qué errores cometimos para no cometerlos nuevamente si ya los recuerdos de ellos no existen?

Esto generará probablemente una impresión enorme en la reflexión que estemos haciendo (lo hizo en mi), porque nada, ni nadie, puede asegurarnos que no acabemos cometiendo los mismos errores o viviendo las mismas experiencias o similares, por tal motivo, esto produce en primer lugar, cierto grado de resignación (casi inmediata), pero también, pudiera existir un segundo estímulo o respuesta interior, que sea como una ducha de agua fría sobre un cuerpo y mente dormida, quitándonos el letargo y la sensación de pesadez, poniéndonos en sintonía con la realidad actual, el presente. 

Con relación a esto, llega a mi mente un proverbio árabe que leí hace algún tiempo en uno de mis “libros mentores” (así es como los defino) y es el siguiente:

“Sabe más acerca del sabor del grano de mostaza aquel que ha probado un grano que el que ha estado toda la vida viendo pasar por delante de su casa caravanas de camellos cargados de sacos de granos de mostaza”.

Con esto estoy tratando de decir que tus experiencias valen muchísimo para tu desarrollo como persona. Tú, más que nadie, sabe lo que significan, lo que se siente y lo doloroso o maravilloso que fue haber vivido tales experiencias, y tienes todo el mérito. Este es capaz de sostener tu espalda para no dejarte caer, pero por supuesto, no es tan simple, esto requiere tiempo, dedicación y estar preparado y dispuesto a actuar, requiere fuerza de voluntad.

Superarte significa ser consciente de tu pasado, saber de dónde vienes, entender que todas tus experiencias te llevaron hacia donde te encuentras hoy, que cada decisión y acción que tomaste fue realizada en base a tus experiencias y recursos y que el pasado siempre será parte de las motivaciones por las cuales estás empezando un nuevo camino o dando el siguiente paso, mientras avanzas en tu vida rompiendo aquellas cadenas. 

Te has preguntado probablemente, ¿Por qué me cuesta tanto?, y te lo pregunto, ¿Tendrá relación a que no quieres aceptar tu pasado y a que te niegas a la idea de perdonarte, aceptarte y comenzar nuevamente a pesar de la incertidumbre?

Te invito a crear la oportunidad de eliminar el juicio que has hecho a tu pasado, a aceptarlo y a esclarecer de donde provienen todas estas sensaciones, para que así, puedas liberar a tus hombros de esa carga emocional y mental que te impide dar pasos en vez de saltos, haciendo que aquella mochila que cargas pese más de lo que debería. 

Entonces, comparto contigo 4 claves que pueden ayudarte a transformar tu pasado en combustible para tu fuerza de voluntad: 

  1. Decide recordar.

    Sí, es duro, pero debes hacerlo para poder quitar ese obstáculo en tu camino. El dolor pareciera tener un efecto en el que te pica y adormece tu reacción para que no escapes de él, porque no quiere que descubras su punto débil. Decide el momento y lugar; sentado en tu casa o mientras caminas por la naturaleza en soledad, tienes muchas opciones, solo busca el lugar y prepara tu ambiente. También prepárate a ti mismo, anímate, refuerza tu poder y tu actitud imparable a viva voz (grita si es necesario) y recuerda. Enfréntate al pasado y a ese dolor. 

  2. Respira y concéntrate.

    Cierra tus ojos, toma una respiración profunda y déjala salir como un suspiro de cansancio; sentirás tu pecho, hombros y espalda más livianos, además, con esto bajará la intensidad de la experiencia, calmará las aguas y las corrientes de tus pensamientos y emociones. 

  3. Redúcelo a su más mínima expresión.

    Cuando estés recordando comienza a hacerte preguntas que ponen en desequilibrio y en duda el supuesto poder que tienen sobre ti esos recuerdos, por ejemplo, ¿mi vida estaba igual a la que hoy tengo cuando lo viví?, ¿en el presente sigue teniendo la misma importancia para mí? o Hoy, ¿debería tenerle miedo?, y en el mismo momento aplica afirmaciones que refuerzan tu valor personal y el poder que existe en ti, algo como, ¡Hoy ya no eres importante!, ¡Soy más poderos@ que ayer!, ¡Hoy, no soy el niño/niña débil y frágil de antes!. Puedes hacer una lista de frases posibles de usar.  

  4. Absorbe su poder.

    Cárgate de aquella energía que ahora dispones después de haber luchado, vencido y logrado transformar aquel recuerdo negativo en combustible de tu fuerza de voluntad para salir adelante y avanzar con determinación, siendo posible desde aquel momento recordar siempre tu pasado para darte el valor, el mérito, la pasión y la determinación para alcanzar lo que te propones.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *